viernes, 6 de enero de 2023

COOKIES ON COOKIES


HABLEMOS DE LOS AÑOS 20

En el principio fue Cookies on the Net. Así reza la Biblia de internet. Cookies fue la primera página sobre cine escrita en español de la red, comenzando su andadura en 1996. En este nuevo año recomienza con otro formato y todo recomienzo requiere de cambios, otra estética, otra forma de hacer las cosas. Y en este nuevo principio, Cookies on Cookies también cambia. Para empezar, es la superviviente de la etapa anterior, absorbiendo a La Senda y BEHR, para integrarse en esta sección y convertirla en otra cosa.

El mejor homenaje que se puede hacer de un nuevo comienzo es hablar de otro comienzo, el del cine. Y aunque no es un comienzo en sí, puesto que este tuvo lugar en el siglo XIX, sí que recogemos lo más destacado del cine que se desarrolló durante una de las etapas más creativas de su historia, los años 20. Esta década dio lugar a uno de los más grandes logros del cine: el paso del cine mudo al sonoro.

Esto constituyó toda una serie de cambios para el séptimo arte, como la desaparición de los pianistas y orquestas que en el escenario o en el foso acompañaban con música las imágenes mudas que se proyectaban, y también supuso la desaparición de numerosos actores y actrices que, como intérpretes sin voz eran magníficos en su gestualidad, pero sus cuerdas vocales no acompañaron ese talento facial y no servían para expresar emociones de palabra.

Este primer mes de 2023 se estrena Babylon, la nueva película de Damien Chazelle (Whiplash, Lalaland) que refleja esa etapa del cine, la de aquellos actores y actrices que, gracias a poseer una bonita voz permanecieron en su trabajo, en contraste con quienes tuvieron que abandonarlo debido a no saber “hablar” para el cine.

Sin embargo, el cine mudo tenía un encanto especial, porque la ausencia de voz, sustituida con letreros entre secuencias, también reflejaba otros encantos que se fueron perdiendo en el cine sonoro, aunque después volvieron a recuperarse. Los efectos de luces y contraluces, la fotogenia, la plasticidad y la edición de imagen, combinando planos con ingenio, que paliaban en cierta medida la ausencia de sonido. Esto se vio con claridad en películas del cine soviético, como las del imprescindible y revolucionario Serguei Eisenstein, Octubre y El acorazado Potemkin.

Y por todo esto, Martin Köenig, Nina Vorhees y un servidor, el Monstruo de las Cookies, hemos formado equipo para llevar esta sección a partir de ahora. Así que demos un repaso a las películas que más destacaron en la época de los años 20. Obviamente en aquellos tiempos aún no se concebían las series de televisión, aunque ya se hacían pruebas de emisiones, pero la primera se realizó a mediados de los 40.

En los años 20 destacaron películas del expresionismo alemán, muy diferente del estadounidense, y estaba repleto de cine oscuro y tenebroso, con el que Alemania mostraba su malestar por haber perdido la Primera Guerra Mundial. Y en este contexto nos encontramos títulos ya inmortales como El gabinete del doctor Caligari, El golem, Fausto, El doctor Mabuse o el insuperable Nosferatu de Murnau, adaptación no autorizada de la novela Drácula de Stoker, lo que obligó a cambiar el nombre del vampiro, creando así, sin haberlo pretendido, un personaje aún más siniestro que el famoso conde de Transilvania.




Otro tipo de cine, más dirigido al entretenimiento y la aventura, que ayudaba al público a distraerse durante ese período de entreguerras, desconocedor de lo que estaba por venir veinte años más tarde, y aquí encontramos títulos como El último mohicano, La marca del zorro, El ladrón de Bagdad, Los tres mosqueteros, Robin de los bosques, El caíd o las primeras aventuras de Tarzán, el rey de los monos, y destacaron principalmente los conquistadores Douglas Fairbanks con sus acrobacias y Rodolfo Valentino con sus ojos penetrantes.



En cuanto a géneros, no podía faltar la comedia, y aquí encontramos un nombre que supera a los del resto: Charles Chaplin, el gran mito del cine, el auténtico rey de las risas, el creador de miles de gags y de obras inolvidables. Durante los años 20 dirigió y protagonizó decenas de cortometrajes y dos películas que son referentes en el mundo del cine, El chico y La quimera del oro. Pero había otros cómicos también reseñables, como fueron Harold Lloyd en El hombre mosca, El maquinista de la General con Buster Keaton, las incontables películas y cortos de Stan Laurel y Oliver Hardy, llegando el final de la década con la primera aparición en la pantalla de los también emblemáticos Hermanos Marx en Los cuatro cocos.



Hubo también espacio para la ciencia ficción con la aventura prehistórica El mundo perdido, los viajes galácticos con La mujer en la luna y la indudablemente película más emblemática del expresionismo alemán y de la ciencia ficción, todo un icono del género, Metrópolis de Fritz Lang, una distopía ambientada en el por entonces muy lejano año 2000, en una megalópolis dividida, como siempre, entre ricos rodeados de lujos y obreros pobres hacinados en guetos subterráneos, que no tardarán en rebelarse. Película que dio lugar a un personaje aún más icónico que la propia película, María, el robot femenino creado para provocar disturbios entre la clase obrera y justificar una represión contra ellos.




Además de estos clásicos, nos encontramos también cine de terror con Las manos de Orlac, La caída de la casa Usher y otro gran film icónico como El fantasma de la ópera, donde hacían gala de sus facultades para asustar actores como Lon Chaney, que se hacía sus propios maquillajes, o Conrad Veidt (aún no habían llegado mitos como Boris Karloff y Bela Lugosi), adaptaciones de clásicos literarios, como Sherlock Holmes, Oliver Twist, La máscara de hierro o El jorobado de Notre Dame o El hombre que ríe, cine romántico con La dama de las camelias o la primera adaptación de El lago azul, y cine bélico con Alas, que se convirtió en la primera película ganadora de un Oscar, así como también lo ganó Melodía de Broadway, el primer musical cinematográfico de la historia.




Otros títulos que podríamos destacar de esta década son las primeras versiones de Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille, que repetiría después en 1956, quizá es que no se quedó a gusto con la anterior, y Ben Hur, aunque hubo un cortometraje a comienzos de siglo sobre la misma historia, Las películas Avaricia, El que recibe el bofetón, la primera parte de Los nibelungos, Amanecer y Napoleón, precedieron al film que cambiaría la historia del cine para siempre, El cantor de jazz, una proyección que se sincronizó con sonidos y diálogos grabados en un disco, aunque la totalidad del diálogo hablado no supera los dos minutos, y el resto son canciones, pero ese cambio fue tan radical que, a pesar de los intentos por seguir con el cine mudo en las salas, el sonido terminó comiéndose la caracterización sin palabras, estrenándose sobre todo comedias musicales. Años más tarde llegarían la invención del color, las tres dimensiones y mejoras en el sonido como el THK o el Atmos, que hacen de las películas actuales toda una experiencia inimaginable en aquellos años de experimentación y descubrimiento.



Y terminamos esta visita a los locos años 20 (ojito, que volvemos a estar en ellos, luego explico por qué) con las películas de otro genio del cine, otro referente, el rey del suspense Alfred Hitchcock, que se estrenó en el cine con comedias y dramas, pero no tardaría en recurrir al thriller, sello personal en el resto de su filmografía, con películas como El enemigo de las rubias y Chantaje, en las que no faltan el asesinato y el misterio.





Y más o menos así fueron los años 20 a nivel cine. He dicho antes que volvemos a estar en ellos porque fijaos: 2020 – pandemia, 2021 – estalla un volcán, 2022 – invasión rusa en Ucrania. ¿Qué nos espera en este 2023? Yo sólo deseo que no vaya a peor y que, aunque sea alguna cosita, mejore, y si es a nivel económico, perfecto. Nos tocan elecciones y quién sabe lo que pasará a partir de ahí. De momento, Martin, Nina y un servidor seguiremos unidos por lo que pueda pasar, redactando nuestras Cookies y, si llegamos a 2029, esperando que no haya otro crack en la bolsa ni otra “ley seca”. No es que bebamos alcohol, pero si las cosas ya están chungas, imaginaos como estarían sin poder beberte una cerveza. Ni aún con pandemia se pudo evitar en algunos sitios.

Esto es todo por ahora, os deseamos un mejor año que el anterior. El mes que viene, si nada lo impide, hablaremos de momias y del Antiguo Egipto.

El Monstruo de las Cookies + MartiNina





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