sábado, 2 de septiembre de 2023

COOKIES ON COOKIES


HABLEMOS DE BARES Y PUBS “THE OLD OAK”

Hola, cookieros, bienvenidos de nuevo a la vida real, es decir, la que empieza cuando acaban las vacaciones y termina cuando empiezan las navidades, hasta que vuelve y se termina otra vez en el siguiente período estival, sin olvidarnos por medio de la Semana Santa y las distintas festividades comunitarias.

Supongo que este verano y, dado que el calor ha sido bastante alto, habréis pisado un montón de bares, pubs y chiringuitos ¿me equivoco? Pues para no perder el hábito, comenzaremos Septiembre haciendo nuestra propia ruta de copichuelas. Eso sí, no es necesario que bebáis alcohol, eso ya lo hicimos meses atrás en nuestra pertinente sección donde hablamos del alcoholismo. Esta vez les toca a esos lugares donde nos reunimos para celebrar.

“Bares, qué lugares tan gratos para conversar” dice una canción de Gaboinete Caligari, y bien cierto es, que una de las mejores formas de desconectar de la rutina diaria es visitar uno de nuestros bares habituales, encontrarnos con los colegas, masculinos, femeninos o neutros, y charlar del día a día, de los problemas, las alegrías, los amoríos, la política, el programa de moda o para pegar voces contra un árbitro durante un partido de fútbol televisado, entre otras cosas como jugar a las tragaperras, montar un follón, pillar un coma etílico y más asuntos desagradables que, por desgracia, también habremos visto o vivido alguna vez en uno de estos establecimientos.

Pues bien, este mes se estrena en los cines The old oak, la historia de un pub al noreste de Inglaterra, el último que queda en la zona, ya que la población abandona el lugar a medida que cierran las minas, y las casas se ponen a la venta a bajo precio, lo que constituye una oportunidad para refugiados sirios. Este drama dirigido por Ken Loach (El viento que agita la cebada) es el que nos da pie para hablar de bares y pubs en el cine y la televisión.

He buscado por Googlelandia y, al parecer, España es el país con más bares y restaurantes del mundo (qué raro ¿no?) con alrededor de 277000 establecimientos. El bar más antiguo que se conoce está en la calle Gerona, de Sevilla, se llama El Rinconcillo y oficialmente abrió sus puertas en el año 1670, como quien dice hace cuatro días... ejem... y según la misma información, la ciudad española con más bares es León, con 5,03 bares por habitantes. Teniendo en cuenta que tiene alrededor de 125000 habitantes, haced cuentas, que a mí no me apetece.

Y para terminar, antes de emprender nuestra ruta, destacar que hay muchos tipos de bares y pubs. Están los ya comentados chiringuitos de playa, los tenderetes que se montan en ferias y festivales de conciertos al aire libre, los bares de toda la vida, con su mesa indispensable rodeada de señores jubilados con boina jugando al mus y su también indispensable ristra de jamones colgando del techo, bares conocidos en Asturias como “chigres”, están los bares especializados en tapas o pintxos, los bares con temáticas determinadas, las cafeterías comunes donde se sirven también bocadillos o las especializadas en cafés del mundo, las cervecerías, las vinaterías, los pubs centrados en el ocio nocturno que abren a la hora de acostarse y cierran cuando empiezan a cacarear los gallos, las coctelerías, los bares con karaoke incluido, los bares de porretas, los piano-bares y bares-teatro, con música y actuaciones en directo... la lista podría ser interminable, así que mejor empezamos a caminar y visitar algunos de estos bares que hemos visto en cine y tele, a veces como centro de la acción y otras como parte de los escenarios que visitan los protagonistas. Id cogiendo pasta para las birras o los cafés (a mí me vale con un te al limón, y no hago publicidad de marcas) y entramos por la primera de las puertas.

Una de las primeras referencias a bares data de 1934, y es la historia que transcurre en el Bar Wonder de París, donde actúa una pareja de baile todas las noches. Ella está enamorada de él, pero a él le atrae más la mujer de un cliente con pasta. Cuando él decide pirarse de allí hacia Estados Unidos, ella decidirá cometer un asesinato pero ¿a quién asesinará? Dejando este misterio en el aire, entramos ahora al Bar Antofagasta, un bar del puerto chileno, donde la hija del cantinero, María Rosa, se deja seducir por un elegante inglés que ha llegado en un yate a la ciudad, pero pronto aparecerá un joven aventurero que ha recorrido todos los mares posibles y se disputará el amor de María Rosa, la mugrosa. Y dejando este bar, nos adentramos en uno muy conocido, donde un pianista llamado Sam toca persistentemente la misma canción, “As time goes by” por orden de su jefe, el dueño del Rick's Café. Allí acude un líder de la resistencia contra los nazis (estamos en plena Segunda Guerra Mundial) para pedir ayuda a Rick, que una vez estuvo enamorado de la esposa del rebelde, pero la guerra les separó. Este bar se encuentra en la ciudad marroquí de Casablanca, y nadie podrá olvidar nunca a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman ni la sentencia “siempre nos quedará París”.




Si de bares se trata, no podemos olvidarnos de los saloons del far west, donde nunca faltaba el clásico duelo en el exterior (o el interior) y la interminable pelea entre todos los parroquianos que acababa con el mobiliario del local destrozado (me pregunto cuántos dueños de saloons acabaron arruinados por tener que reponer el mobiliario después de una de estas peleas). Como representación de esos locales, tenemos Río Bravo, que comienza precisamente con un asesinato en un saloon, donde el mejor vaquero que ha pisado una pantalla de cine, el inconmensurable John Wayne, interpreta a un sheriff que se las verá con un terrateniente que empleará todos sus medios para rescatar a su hermano, que ha asesinado a un hombre en ese saloon. Del Far West pegamos un salto hacia un lugar inexplicable, el bar-lácteo Korova, donde cuatro jóvenes consumen leche repleta de drogas que les impulsa a cometer actos violentos, hasta que uno de ellos es capturado para ser sometido a un experimento con el fin de eliminar sus ansias de violencia. Hablamos, por supuesto, del clásico de Kubrick La naranja mecánica.

Y si inexplicable es el Korova Bar, qué decir de una cantina de otro planeta, llamado Tatooine, un lugar al que acuden todo tipo de razas intergalácticas, y donde un joven llamado Luke Skywalker, que aún no sabe que será decisivo en la lucha entre los dos lados de la fuerza, la luz y la oscuridad, conoce a otro joven y su peludo acompañante, un tal Han Solo y su amigo Chewbacca, que pilotan una nave llamada el Halcón Milenario y ayudarán a Luke a salvar el universo en el clásico de los clásicos de las películas espaciales, La guerra de las galaxias. Veamos el mítico momento de la entrada de Luke en la cantina.





Regresamos del espacio y nos vamos hacia finales de los años 50, entrando en el Frosty Palace, un lugar donde los jóvenes universitarios van a divertirse, bailar, tomar refrescos y encontrar el amor, como hicieron Danny Zuko y Sandy Olsson, interpretados por John Travolta y Olivia Newton John, en una de las películas adolescentes que ha roto más récords de taquilla, basada en el musical homónimo, y de la que nunca olvidaremos sus más famosas canciones, como You're the one that i want (también conocida como “Akachú”), Grease lightning o Summer nights.

Otra película poco conocida, pero que es una joyita, y además dirigida por Richard Donner, sí, el de Superman, La profecía, Arma letal y mi favorita Lady Halcón, es Max's Bar, drama que protagonizan los parroquianos de un bar de Oakland, en California, regentado por un ex jugador de baloncesto que vio truncada su carrera por una lesión de tobillo. Y pasando de puntillas por este bar, dejamos a los clientes con sus asuntos privados para irnos al Bar Esperanza, en Brasil, donde todas las noches se reúnen varias personas que se confiesan sus secretos y temores (qué mejor lugar donde ahogar tus demonios que en un bar repleto de alcohol que te ayuda a olvidar por unas horas), hasta que se enteran de que el bar va a ser vendido y derribado para construir un centro comercial.

Saltamos del cine a la televisión para recordar una serie emblemática como fue Cheers, sitcom que fue adaptada en España y de la que nadie debe acordarse (me refiero a la versión española) protagonizada por Ted Danson y Shelley Long, por entonces dos estrellas de la comedia, en la que el bar es el centro alrededor del que orbitan una serie de personajes peculiares, un psiquiatra gruñón llamado Frasier que después protagonizó un spin-off de la serie con su propio nombre, una joven de clase alta que se ha quedado sin novio y sin posibles, así que no le queda otra que trabajar de camarera, primero con la cara de Shelley Long y después con la de Kirstie Alley, un barman casi siempre borracho y, en fin, gente que podemos encontrar en cualquier bar, generalmente de madrugada. ¿Quién no recuerda esta bonita sintonía?





Bien, descansemos un momento para hacer el pis correspondiente que nunca falta en una reunión de bar, y después ya podemos seguir visitando locales.



¿Ya estáis aliviados y aliviadas? Pues vamos por otra ronda.

Aunque no es el epicentro de la acción, un bar importante de la comedia se llama La Ostra Azul, y consiste en un bar gay al que acuden dos policías engañados por sus compañeros, cuando tratan de averiguar dónde se celebrará una fiesta a la que no han sido invitados. Allí no les quedará otro remedio que bailar con los aguerridos clientes del bar, todos vestidos de cuero, si quieren salvar su vida y llegar a la mañana siguiente. Este bar tendrá presencia en más películas de esta franquicia que todos conoceréis, titulada Loca academia de policía. Un bar también será escenario importante en cada una de las películas que componen la trilogía Regreso al futuro, ya que en la primera es donde Marty McFly encuentra a su padre tras haber viajado en el tiempo al año 1955, será en un bar donde descubrirá a su hijo siendo acosado por el nieto del matón que le acosaba a él, el villano Biff Tannen, durante la segunda entrega, que transcurre en el 2015 (por entonces el futuro lejano para nosotros), y en la tercera película será en un saloon del oeste del año 1855 donde se encuentre de nuevo con el villano en la figura de su antepasado Bufford “Perro Rabioso” Tannen, que intentará matar a su amigo Doc.

Y ahora visitemos un bar muy especial, situado en Jamaica, donde va a recalar un camarero experimentado de Nueva York después de dejar el ejército y mientras estudia empresariales, y tras aprender el oficio en un local de la gran manzana, donde se convierte en un experto malabarista con las copas y las botellas, lo que hace de su trabajo todo un espectáculo para el público. Mientras, encontrará el amor y verá como su jefe se mete en problemas. La película se titula Cocktail, se hizo popular por el protagonista, Tom Cruise, en aquella época el joven más apetecible de la pantalla (y para muchos y muchas aún sigue siéndolo), y por la canción Kokomo que interpretaban los Beach Boys. Y aquí podéis ver a Tom y su jefe, interpretado por Bryan Brown, luciéndose tras la barra.





¿Os apetecen unas pizzas? Que no vaya a ser todo beber y beber como los peces en el río. Pues visitemos el pueblo de Mystic, en Connecticut, donde tres agradables chicas jóvenes llamadas Julia Roberts, Annabeth Gish y Lili Taylor nos traerán una de sus pizzas con ingredientes secretos mientras vemos las historias de su paso entre la adolescencia y la mayoría de edad, una etapa de misterio llena de amores y desamores en Mystic Pizza. Luego pasaremos a hacer un pequeño viaje junto a dos adolescentes que comparten viaje hablando sobre la amistad entre hombres y mujeres, y veremos cómo esa amistad perdura durante años. Nuestra escena favorita es la del bar en la que ella finge un orgasmo delante de todos los clientes, convirtiendo la secuencia en icónica para el cine, y mientras hablamos de Cuando Harry encontró a Sally pasaremos por un bar donde tres mafiosos están pasando un rato tranquilo y haciendo chistes, pero ojo, que no son tres tipos cualquiera, en cualquier momento se les va la mano a la pistola igual que al cubata y te sueltan una bala tan rápido como una gracieta. Ellos son Robert de Niro, Ray Liotta y Joe Pesci en una de las mejores películas de mafiosos de la historia, Uno de los Nuestros.

Después de los chistes y los tiroteos pasamos a otro lugar más reposado, en la que otro gran rostro de la pantalla, Al Pacino, interpreta a Johnny, un ex convicto que descubrió su talento para la cocina en la cárcel y ahora trabaja en una cafetería donde conoce a Frankie, una mujer con la cara de Michelle Pfeiffer y que desconfía de los hombres tras haber pasado por una relación traumática, y a la que intentará conquistar. Por si hay que repetirlo, ellos son Frankie & Johnny. Y ahora tomemos otro descanso en el Whistle Stop Café, donde podeís tomar lo que queráis, escuchar la historia de la rebelde Towanda y comer unos ricos (para quien le gusten) Tomates Verdes Fritos. Pero ojo, si os ofrecen comer algo de carne, mejor decid que no, hacedme caso. Aquí os dejo el tráiler por si os da alguna pista.





Varias historias entrelazadas nos esperan a la vuelta de la esquina, pero lo realmente importa es la primera de ellas que transcurre en un bar, donde una pareja intentará asaltarlo y hacerse con el dinero de los clientes y con un maletín que contiene algo misterioso. El tema es que ese maletín está custodiado por Vincent Vega y Jules Winnfield, dos pistoleros a sueldo que tienen la manía de no dejar testigos en sus incursiones. Uno de ellos, además, es muy fan de una frase de la Biblia, de un tal Ezequiel, y siempre le da por soltarla antes de cargarse a alguien. Ah, el conjunto de todas estas historias desordenadas se llama Pulp Fiction.

Y enlazamos a Quentin Tarantino como director de ese film con el Quentin Tarantino actor en este otro film, donde otros dos ladrones que son hermanos, huyen hacia la frontera de Texas con México después de haber cometido un robo, perseguidos por los Rangers. Para pasar los controles, secuestran a una familia que viaja en una auto caravana hasta llegar a un bar donde alguien les está esperando, en un bar llamado la Teta Enroscada, en el que verán un bonito espectáculo de baile con una hermosa bailarina que después se convertirá, al igual que parte de los clientes del bar, en horrendos vampiros con ganas de chuparles la sangre a todos los demás, incluidos los ladrones y la familia secuestrada, iniciándose una batalla por la supervivencia que después nos dio dos secuelas directas a vídeo y que, para ser sinceros, no estaban mal del todo.

Descansemos de tanto vampiro siguiendo a otro personaje, no tan terrorífico como los anteriores, pero también muy peculiar. Se trata de Melvin, un obseso que no puede pisar las rayas del suelo y es intratable con todo el mundo, a pesar de ser uno de los más prestigiosos escritores de novelas románticas. Sus manías le llevan siempre al mismo restaurante, donde lo atiende la única camarera capaz de aguantar sus excentricidades, como llevar siempre su propio juego de cubiertos para comer. Tras conocer a este hombre y todas las personas que orbitan a su alrededor en la película Mejor Imposible, pasaremos al Bar de Walter, otro de esos lugares con sus habituales parroquianos que nos cuentan sus movidas diarias sin prestar atención a que es el 31 de diciembre de 1999 y el mundo puede irse al carajo con el cambio del milenio, pero a ellos les importa un pito.

¿Qué os parece si ahora volvemos a otro bar con espectáculo incluido? Pero esta vez nada de bailarinas vampiras, aunque sí que hay bailarinas, las propias camareras del Bar Coyote, todas jóvenes y guapas, a las que les da de vez en cuando por subirse a la barra del bar y marcarse unos meneos para llamar la atención de los clientes, convirtiendo al local en el más concurrido de la zona. ¿Queréis verlas de cerca? Pues aquí las tenéis.





En el casco antiguo de Barcelona hay un local llamado Tatawo, que ejerce como bar y salón de tatuajes. En el escaparate danza una mujer cubierta de tattoos, una mujer que una vez formó pareja con otro hombre que también llenó su cuerpo de tatuajes para formar una obra de arte junto a ella, pero ahora están separados, así que el propietario del local intentará conseguir el dinero necesario para borrar los tatuajes de la mujer, que le recuerdan el pasado de una relación ya terminada.

Volvemos a tierras de la fantasía épica en la primera entrega de El Señor de los Anillos, subtitulada la Comunidad del Anillo, visitando el Pony Pisador, una posada que visitan todos aquellos viajeros que pasan por la Tierra Media cruzando por la región de Eriador. Es allí donde cuatro hobbits llamados Frodo Bolson, Sam Sagaz, Meriadoc Brandigamo y Peregrin Tuk, en busca de Gandalf tras haber tenido una batalla contra las fuerzas del mal. Y allí es donde Frodo se encontrará con un montaraz llamado Trancos, después revelado como Aragorn, destinado a ser el futuro rey de Gondor, más o menos como cuando Luke Skywalker se encontró con Han Solo en la cantina de Mos Eisley. Y de la mítica Tierra creada por Tolkien nos vamos hasta la Argentina de nuestra realidad y entramos en el Bar el Chino donde aún se conserva la esencia del tango, y en medio de una situación de crisis, cuando los bancos se quedaban con el dinero de la gente durante la época del corralito, alguien intenta recopilar el material filmado del Chino antes de que falleciera su propietario para hacer un documental.

Y atravesando medio mundo, nos vamos desde Argentina hasta Tokio, donde nos encontramos a un hombre perdido en el viaje, Lost in Translation, un actor en horas bajas que acepta hacer el anuncio de un whisky japonés, y pasa la mayor parte de su tiempo libre en el bar del hotel, donde coincidirá con una joven casada con un fotógrafo que realiza un reportaje en la ciudad. Los dos terminan compartiendo su soledad y se plantearán hasta dónde puede llegar su relación.





Vamos llegando al final de la ruta de vinos y pinchos, aunque todavía nos quedan unos cuántos lugares para visitar, así que pararemos a tomar un café bien cargado, echar la pota, recuperar la compostura y seguir el tramo que nos queda.



Regresamos a España para tomar algo en un bar de esos de toda la vida, dentro de un barrio de trabajadores que entrelazan sus vidas y sus emociones. La rutina con la esperanza, la tristeza y la incertidumbre, y el descubrimiento de lo que hay más allá del bar que regenta Lolo gracias a su nuevo cocinero, un chino llamado Mao. La película se llama Tapas. Y de la tradición más arraigada en la vida de cualquier ciudadano común saltamos al misterio, siempre sin bajarnos del taburete, con la serie Bar Karma, sobre un lugar místico que viaja por el espacio y el tiempo cual Tardis del Doctor Who, buscando almas perdidas que no encuentran un lugar en el que encajar, pero para eso está el equipo del bar, para hacerles ver su vida del pasado, presente y futuro, cambiándoles de forma radical y para siempre.

Y este tramo termina con una ruta dentro de la propia ruta, y es la de cinco amigos de la infancia que se reúnen 20 años después para cumplir un sueño que nunca consiguieron terminar, y es recorrerse “la milla de oro”, la zona de bares de su pueblo natal en una maratón alcohólica que terminará en el famoso pub “The World's End”, hasta que se dan cuenta de que misteriosos personajes han llegado al lugar con la pretensión de que el fin del mundo sea algo más que el simple nombre de un bar. Bienvenidos al fin del mundo, pero al de verdad.





Ahora sí que sí, ocho visitas más y terminamos la super ruta de bares, empezando por el Chiringuito de Pepe, un bar de playa en sus peores momentos al que llega un conocido chef para intentar salvarlo de la ruina. Pero su método de trabajo chocará con el del regente del chiringo, conocido como el rey del refrito. Mientras aclaran sus disputas podemos darnos un baño, porque ahora nos espera una movida gorda. Vamos a ser testigos de un hecho revolucionario, y es que en el bar Stonewall de Greenwich Village, en el bajo Manhattan, se producirán violentos disturbios entre la policía y un grupo de gays y transexuales que frecuenta el local. Este enfrentamiento es el que dará inicio a los movimientos que reivindicaron los derechos de la población homosexual, ahora ampliada y conocida como el colectivo LGTBIQ+, contra el que sigue habiendo prejuicios y violencia por parte de una sociedad, por desgracia, que aún es tremendamente homófoba.

Y si tenemos poco con esto, vámonos a otro bar, este situado en el centro de Madrid, donde un grupo de personas se encuentran desayunando a las nueve de la mañana para descubrir que se han quedado atrapados dentro del local por culpa de un francotirador. De ellos dependerá saber quién intenta matarles y cuál es el motivo, mientras buscan una salida alternativa a la puerta del bar.





Del genuino bar español nos vamos hasta The Deuce, un local de Times Square que desde inicios de los años 70 vio nacer la industria del porno y su evolución hasta mediados de los 80. Una evolución protagonizada por prostitutas y sus chulos, cambiando el negocio de la prostitución por el de las películas clasificadas X, además de mostrar los problemas del día a día en una industria tan turbia y llena de personajes inmersos en los mundos de la droga, el SIDA y otras cosas chungas, todos ellos confluyendo en The Deuce como epicentro de aquella revolucionaria etapa de Nueva York. De esta historia real pasamos a otra más cercana, plasmada en el documental Malasaña 80 Music Bar, que nos muestra la efervescencia cultural en la década más transgresora musicalmente del siglo pasado, que llenaron el barrio de Malasaña de bares míticos donde peregrinaron multitud de personas con inquietudes culturales, muchas de ellas desconocidas, que terminaron formando parte de revistas, grupos musicales o películas, aunque desde la visión del gran público que también fue protagonista de la época, desde una perspectiva desconocida.

A falta de tres locales más, volvemos a la ciencia ficción, esta vez desde mi tema favorito, el de los bucles temporales, en toda una locura titulada Más allá de los dos minutos infinitos, en la que el propietario de un café, tras salir del trabajo va a su casa para descubrir que la pantalla de su televisor está conectada con la del café, y desde ella le habla una versión de sí mismo desde dos minutos en el futuro. Una vez hecho este descubrimiento, tendrá que hacer lo mismo que ha visto en la pantalla, ir al café y contar eso a otro yo que se encuentra donde él ha estado antes, pero la cosa se irá complicando a medida que numerosas personas entran al café y empiezan a formar parte del mismo fenómeno. Toda una joya imperdible para los fans del género.





El periodista y escritor J.R. Moehringer nos espera en el siguiente bar para relatarnos su infancia y adolescencia, pasando a menudo por el bar de su tío en busca de una figura paterna entre los clientes, una historia que George Clooney adaptó del libro El bar de las grandes esperanzas. Y terminamos por fin esta larguísima ruta de bares, cafeterías y chiringuitos en la serie Cooper's bar, donde veremos como un personaje intenta cumplir su sueño de construir un tiki bar, que es un local especializado en cócteles que llevan ron, en el patio trasero de su bungalow, reuniendo una serie de peculiares personajes como todos los que han pasado por esta lista y pasan a diario por bares de todo el mundo.

Y ya está, queridos cookieros y cookieras, hemos llegado al fin de la ruta, así que ya podemos disfrutar de un septiembre lleno de locales para visitar (es una recomendación que os hago, si os lo podéis permitir). Visitar un local nuevo cada semana, para tomar algo, para comer, para conocer a alguien, porque en los bares os encontraréis vidas ajenas con las que, a veces, podréis tener mucho en común. Y que nunca desaparezcan de nuestra existencia. Dónde iríamos sin un bar con su barra o su terraza en las que descargar nuestras frustaciones diarias o celebrar nuestras alegrías esporádicas. Nos vemos el mes que viene para hablar de un tema duro, que también puede ser objeto de conversación en cualquiera de estos bares a horas intempestivas. Si nada lo impide, el mes de octubre hablaremos de xenofobia y racismo. Que comencéis bien el nuevo otoño. Nos vemos.

El Monstruo de las Cookies & MartiNina.

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