Hola, cookieros, bienvenidos de nuevo a la vida real, es decir, la que empieza
cuando acaban las vacaciones y termina cuando empiezan las navidades, hasta que
vuelve y se termina otra vez en el siguiente período estival, sin olvidarnos
por medio de la Semana Santa y las distintas festividades comunitarias.
Supongo que este verano y, dado que el calor ha sido bastante alto, habréis
pisado un montón de bares, pubs y chiringuitos ¿me equivoco? Pues para no
perder el hábito, comenzaremos Septiembre haciendo nuestra propia ruta de
copichuelas. Eso sí, no es necesario que bebáis alcohol, eso ya lo hicimos
meses atrás en nuestra pertinente sección donde hablamos del alcoholismo. Esta
vez les toca a esos lugares donde nos reunimos para celebrar.
“Bares, qué lugares tan gratos para conversar” dice una canción de Gaboinete
Caligari, y bien cierto es, que una de las mejores formas de desconectar de la
rutina diaria es visitar uno de nuestros bares habituales, encontrarnos con los
colegas, masculinos, femeninos o neutros, y charlar del día a día, de los
problemas, las alegrías, los amoríos, la política, el programa de moda o para
pegar voces contra un árbitro durante un partido de fútbol televisado, entre
otras cosas como jugar a las tragaperras, montar un follón, pillar un coma
etílico y más asuntos desagradables que, por desgracia, también habremos visto
o vivido alguna vez en uno de estos establecimientos.
Pues bien, este mes se estrena en los cines The old oak, la historia de un pub
al noreste de Inglaterra, el último que queda en la zona, ya que la población
abandona el lugar a medida que cierran las minas, y las casas se ponen a la
venta a bajo precio, lo que constituye una oportunidad para refugiados sirios.
Este drama dirigido por Ken Loach (El viento que agita la cebada) es el que nos
da pie para hablar de bares y pubs en el cine y la televisión.
He buscado por Googlelandia y, al
parecer, España es el país con más bares y restaurantes del mundo (qué raro
¿no?) con alrededor de 277000 establecimientos. El bar más antiguo que se
conoce está en la calle Gerona, de Sevilla, se llama El Rinconcillo y
oficialmente abrió sus puertas en el año 1670, como quien dice hace cuatro
días... ejem... y según la misma información, la ciudad española con más bares
es León, con 5,03 bares por habitantes. Teniendo en cuenta que tiene alrededor
de 125000 habitantes, haced cuentas, que a mí no me apetece.
Y para terminar, antes de emprender nuestra ruta, destacar que hay muchos tipos
de bares y pubs. Están los ya comentados chiringuitos de playa, los tenderetes
que se montan en ferias y festivales de conciertos al aire libre, los bares de
toda la vida, con su mesa indispensable rodeada de señores jubilados con boina
jugando al mus y su también indispensable ristra de jamones colgando del techo,
bares conocidos en Asturias como “chigres”, están los bares especializados en
tapas o pintxos, los bares con temáticas determinadas, las cafeterías comunes
donde se sirven también bocadillos o las especializadas en cafés del mundo, las
cervecerías, las vinaterías, los pubs centrados en el ocio nocturno que abren a
la hora de acostarse y cierran cuando empiezan a cacarear los gallos, las
coctelerías, los bares con karaoke incluido, los bares de porretas, los
piano-bares y bares-teatro, con música y actuaciones en directo... la lista
podría ser interminable, así que mejor empezamos a caminar y visitar algunos de
estos bares que hemos visto en cine y tele, a veces como centro de la acción y
otras como parte de los escenarios que visitan los protagonistas. Id cogiendo
pasta para las birras o los cafés (a mí me vale con un te al limón, y no hago
publicidad de marcas) y entramos por la primera de las puertas.
Una de las primeras referencias a bares data de 1934, y es la historia que transcurre
en el Bar Wonder de París, donde actúa una pareja de baile todas las noches.
Ella está enamorada de él, pero a él le atrae más la mujer de un cliente con
pasta. Cuando él decide pirarse de allí hacia Estados Unidos, ella decidirá
cometer un asesinato pero ¿a quién asesinará? Dejando este misterio en el aire,
entramos ahora al Bar Antofagasta, un bar del puerto chileno, donde la hija del
cantinero, María Rosa, se deja seducir por un elegante inglés que ha llegado en
un yate a la ciudad, pero pronto aparecerá un joven aventurero que ha recorrido
todos los mares posibles y se disputará el amor de María Rosa, la mugrosa. Y
dejando este bar, nos adentramos en uno muy conocido, donde un pianista llamado
Sam toca persistentemente la misma canción, “As time goes by” por orden de su
jefe, el dueño del Rick's Café. Allí acude un líder de la resistencia contra
los nazis (estamos en plena Segunda Guerra Mundial) para pedir ayuda a Rick,
que una vez estuvo enamorado de la esposa del rebelde, pero la guerra les separó.
Este bar se encuentra en la ciudad marroquí de Casablanca, y nadie podrá
olvidar nunca a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman ni la sentencia “siempre nos
quedará París”.
Si de bares se trata, no podemos olvidarnos de los saloons del far west, donde
nunca faltaba el clásico duelo en el exterior (o el interior) y la interminable
pelea entre todos los parroquianos que acababa con el mobiliario del local
destrozado (me pregunto cuántos dueños de saloons acabaron arruinados por tener
que reponer el mobiliario después de una de estas peleas). Como representación
de esos locales, tenemos Río Bravo, que comienza precisamente con un asesinato
en un saloon, donde el mejor vaquero que ha pisado una pantalla de cine, el
inconmensurable John Wayne, interpreta a un sheriff que se las verá con un
terrateniente que empleará todos sus medios para rescatar a su hermano, que ha
asesinado a un hombre en ese saloon. Del Far West pegamos un salto hacia un
lugar inexplicable, el bar-lácteo Korova, donde cuatro jóvenes consumen leche
repleta de drogas que les impulsa a cometer actos violentos, hasta que uno de
ellos es capturado para ser sometido a un experimento con el fin de eliminar
sus ansias de violencia. Hablamos, por supuesto, del clásico de Kubrick La
naranja mecánica.
Y si inexplicable es el Korova Bar, qué decir de una cantina de otro planeta, llamado
Tatooine, un lugar al que acuden todo tipo de razas intergalácticas, y donde un
joven llamado Luke Skywalker, que aún no sabe que será decisivo en la lucha
entre los dos lados de la fuerza, la luz y la oscuridad, conoce a otro joven y
su peludo acompañante, un tal Han Solo y su amigo Chewbacca, que pilotan una
nave llamada el Halcón Milenario y ayudarán a Luke a salvar el universo en el
clásico de los clásicos de las películas espaciales, La guerra de las galaxias.
Veamos el mítico momento de la entrada de Luke en la cantina.
Regresamos del espacio y nos vamos hacia finales de los años 50, entrando en el
Frosty Palace, un lugar donde los jóvenes universitarios van a divertirse,
bailar, tomar refrescos y encontrar el amor, como hicieron Danny Zuko y Sandy
Olsson, interpretados por John Travolta y Olivia Newton John, en una de las
películas adolescentes que ha roto más récords de taquilla, basada en el
musical homónimo, y de la que nunca olvidaremos sus más famosas canciones, como
You're the one that i want (también conocida como “Akachú”), Grease lightning o
Summer nights.
Otra película poco conocida, pero que es una joyita, y además dirigida por
Richard Donner, sí, el de Superman, La profecía, Arma letal y mi favorita Lady
Halcón, es Max's Bar, drama que protagonizan los parroquianos de un bar de
Oakland, en California, regentado por un ex jugador de baloncesto que vio
truncada su carrera por una lesión de tobillo. Y pasando de puntillas por este
bar, dejamos a los clientes con sus asuntos privados para irnos al Bar
Esperanza, en Brasil, donde todas las noches se reúnen varias personas que se
confiesan sus secretos y temores (qué mejor lugar donde ahogar tus demonios que
en un bar repleto de alcohol que te ayuda a olvidar por unas horas), hasta que
se enteran de que el bar va a ser vendido y derribado para construir un centro
comercial.
Saltamos del cine a la televisión para recordar una serie emblemática como fue
Cheers, sitcom que fue adaptada en España y de la que nadie debe acordarse (me
refiero a la versión española) protagonizada por Ted Danson y Shelley Long, por
entonces dos estrellas de la comedia, en la que el bar es el centro alrededor
del que orbitan una serie de personajes peculiares, un psiquiatra gruñón
llamado Frasier que después protagonizó un spin-off de la serie con su propio
nombre, una joven de clase alta que se ha quedado sin novio y sin posibles, así
que no le queda otra que trabajar de camarera, primero con la cara de Shelley
Long y después con la de Kirstie Alley, un barman casi siempre borracho y, en
fin, gente que podemos encontrar en cualquier bar, generalmente de madrugada.
¿Quién no recuerda esta bonita sintonía?
Bien, descansemos un momento para hacer el pis correspondiente que nunca falta
en una reunión de bar, y después ya podemos seguir visitando locales.
¿Ya estáis aliviados y aliviadas? Pues vamos por otra ronda.
Aunque no es el epicentro de la acción, un bar importante de la comedia se
llama La Ostra Azul, y consiste en un bar gay al que acuden dos policías
engañados por sus compañeros, cuando tratan de averiguar dónde se celebrará una
fiesta a la que no han sido invitados. Allí no les quedará otro remedio que
bailar con los aguerridos clientes del bar, todos vestidos de cuero, si quieren
salvar su vida y llegar a la mañana siguiente. Este bar tendrá presencia en más
películas de esta franquicia que todos conoceréis, titulada Loca academia de
policía. Un bar también será escenario importante en cada una de las películas
que componen la trilogía Regreso al futuro, ya que en la primera es donde Marty
McFly encuentra a su padre tras haber viajado en el tiempo al año 1955, será en
un bar donde descubrirá a su hijo siendo acosado por el nieto del matón que le
acosaba a él, el villano Biff Tannen, durante la segunda entrega, que
transcurre en el 2015 (por entonces el futuro lejano para nosotros), y en la
tercera película será en un saloon del oeste del año 1855 donde se encuentre de
nuevo con el villano en la figura de su antepasado Bufford “Perro Rabioso”
Tannen, que intentará matar a su amigo Doc.
Y ahora visitemos un bar muy especial, situado en Jamaica, donde va a recalar
un camarero experimentado de Nueva York después de dejar el ejército y mientras
estudia empresariales, y tras aprender el oficio en un local de la gran
manzana, donde se convierte en un experto malabarista con las copas y las
botellas, lo que hace de su trabajo todo un espectáculo para el público.
Mientras, encontrará el amor y verá como su jefe se mete en problemas. La
película se titula Cocktail, se hizo popular por el protagonista, Tom Cruise,
en aquella época el joven más apetecible de la pantalla (y para muchos y muchas
aún sigue siéndolo), y por la canción Kokomo que interpretaban los Beach Boys.
Y aquí podéis ver a Tom y su jefe, interpretado por Bryan Brown, luciéndose
tras la barra.
¿Os apetecen unas pizzas? Que no vaya a ser todo beber y beber como los peces
en el río. Pues visitemos el pueblo de Mystic, en Connecticut, donde tres
agradables chicas jóvenes llamadas Julia Roberts, Annabeth Gish y Lili Taylor
nos traerán una de sus pizzas con ingredientes secretos mientras vemos las
historias de su paso entre la adolescencia y la mayoría de edad, una etapa de
misterio llena de amores y desamores en Mystic Pizza. Luego pasaremos a hacer
un pequeño viaje junto a dos adolescentes que comparten viaje hablando sobre la
amistad entre hombres y mujeres, y veremos cómo esa amistad perdura durante
años. Nuestra escena favorita es la del bar en la que ella finge un orgasmo
delante de todos los clientes, convirtiendo la secuencia en icónica para el
cine, y mientras hablamos de Cuando Harry encontró a Sally pasaremos por un bar
donde tres mafiosos están pasando un rato tranquilo y haciendo chistes, pero
ojo, que no son tres tipos cualquiera, en cualquier momento se les va la mano a
la pistola igual que al cubata y te sueltan una bala tan rápido como una
gracieta. Ellos son Robert de Niro, Ray Liotta y Joe Pesci en una de las
mejores películas de mafiosos de la historia, Uno de los Nuestros.
Después de los chistes y los tiroteos pasamos a otro lugar más reposado, en la
que otro gran rostro de la pantalla, Al Pacino, interpreta a Johnny, un ex
convicto que descubrió su talento para la cocina en la cárcel y ahora trabaja
en una cafetería donde conoce a Frankie, una mujer con la cara de Michelle
Pfeiffer y que desconfía de los hombres tras haber pasado por una relación
traumática, y a la que intentará conquistar. Por si hay que repetirlo, ellos
son Frankie & Johnny. Y ahora tomemos otro descanso en el Whistle Stop
Café, donde podeís tomar lo que queráis, escuchar la historia de la rebelde
Towanda y comer unos ricos (para quien le gusten) Tomates Verdes Fritos. Pero
ojo, si os ofrecen comer algo de carne, mejor decid que no, hacedme caso. Aquí
os dejo el tráiler por si os da alguna pista.
Varias historias entrelazadas nos esperan a la vuelta de la esquina, pero lo
realmente importa es la primera de ellas que transcurre en un bar, donde una
pareja intentará asaltarlo y hacerse con el dinero de los clientes y con un
maletín que contiene algo misterioso. El tema es que ese maletín está
custodiado por Vincent Vega y Jules Winnfield, dos pistoleros a sueldo que
tienen la manía de no dejar testigos en sus incursiones. Uno de ellos, además,
es muy fan de una frase de la Biblia, de un tal Ezequiel, y siempre le da por
soltarla antes de cargarse a alguien. Ah, el conjunto de todas estas historias
desordenadas se llama Pulp Fiction.
Y enlazamos a Quentin Tarantino como director de ese film con el Quentin
Tarantino actor en este otro film, donde otros dos ladrones que son hermanos,
huyen hacia la frontera de Texas con México después de haber cometido un robo,
perseguidos por los Rangers. Para pasar los controles, secuestran a una familia
que viaja en una auto caravana hasta llegar a un bar donde alguien les está
esperando, en un bar llamado la Teta Enroscada, en el que verán un bonito
espectáculo de baile con una hermosa bailarina que después se convertirá, al
igual que parte de los clientes del bar, en horrendos vampiros con ganas de
chuparles la sangre a todos los demás, incluidos los ladrones y la familia
secuestrada, iniciándose una batalla por la supervivencia que después nos dio
dos secuelas directas a vídeo y que, para ser sinceros, no estaban mal del
todo.
Descansemos de tanto vampiro siguiendo a otro personaje, no tan terrorífico
como los anteriores, pero también muy peculiar. Se trata de Melvin, un obseso
que no puede pisar las rayas del suelo y es intratable con todo el mundo, a
pesar de ser uno de los más prestigiosos escritores de novelas románticas. Sus
manías le llevan siempre al mismo restaurante, donde lo atiende la única
camarera capaz de aguantar sus excentricidades, como llevar siempre su propio
juego de cubiertos para comer. Tras conocer a este hombre y todas las personas
que orbitan a su alrededor en la película Mejor Imposible, pasaremos al Bar de
Walter, otro de esos lugares con sus habituales parroquianos que nos cuentan
sus movidas diarias sin prestar atención a que es el 31 de diciembre de 1999 y
el mundo puede irse al carajo con el cambio del milenio, pero a ellos les
importa un pito.
¿Qué os parece si ahora volvemos a otro bar con espectáculo incluido? Pero esta
vez nada de bailarinas vampiras, aunque sí que hay bailarinas, las propias
camareras del Bar Coyote, todas jóvenes y guapas, a las que les da de vez en
cuando por subirse a la barra del bar y marcarse unos meneos para llamar la
atención de los clientes, convirtiendo al local en el más concurrido de la
zona. ¿Queréis verlas de cerca? Pues aquí las tenéis.
En el casco antiguo de Barcelona hay un local llamado Tatawo, que ejerce como
bar y salón de tatuajes. En el escaparate danza una mujer cubierta de tattoos,
una mujer que una vez formó pareja con otro hombre que también llenó su cuerpo
de tatuajes para formar una obra de arte junto a ella, pero ahora están
separados, así que el propietario del local intentará conseguir el dinero
necesario para borrar los tatuajes de la mujer, que le recuerdan el pasado de
una relación ya terminada.
Volvemos a tierras de la fantasía épica en la primera entrega de El Señor de
los Anillos, subtitulada la Comunidad del Anillo, visitando el Pony Pisador,
una posada que visitan todos aquellos viajeros que pasan por la Tierra Media
cruzando por la región de Eriador. Es allí donde cuatro hobbits llamados Frodo
Bolson, Sam Sagaz, Meriadoc Brandigamo y Peregrin Tuk, en busca de Gandalf tras
haber tenido una batalla contra las fuerzas del mal. Y allí es donde Frodo se
encontrará con un montaraz llamado Trancos, después revelado como Aragorn,
destinado a ser el futuro rey de Gondor, más o menos como cuando Luke Skywalker
se encontró con Han Solo en la cantina de Mos Eisley. Y de la mítica Tierra
creada por Tolkien nos vamos hasta la Argentina de nuestra realidad y entramos
en el Bar el Chino donde aún se conserva la esencia del tango, y en medio de
una situación de crisis, cuando los bancos se quedaban con el dinero de la
gente durante la época del corralito, alguien intenta recopilar el material
filmado del Chino antes de que falleciera su propietario para hacer un
documental.
Y atravesando medio mundo, nos vamos desde Argentina hasta Tokio, donde nos
encontramos a un hombre perdido en el viaje, Lost in Translation, un actor en
horas bajas que acepta hacer el anuncio de un whisky japonés, y pasa la mayor
parte de su tiempo libre en el bar del hotel, donde coincidirá con una joven
casada con un fotógrafo que realiza un reportaje en la ciudad. Los dos terminan
compartiendo su soledad y se plantearán hasta dónde puede llegar su relación.
Vamos llegando al final de la ruta de vinos y pinchos, aunque todavía nos
quedan unos cuántos lugares para visitar, así que pararemos a tomar un café
bien cargado, echar la pota, recuperar la compostura y seguir el tramo que nos
queda.
Regresamos a España para tomar algo en un bar de esos de toda la vida, dentro
de un barrio de trabajadores que entrelazan sus vidas y sus emociones. La
rutina con la esperanza, la tristeza y la incertidumbre, y el descubrimiento de
lo que hay más allá del bar que regenta Lolo gracias a su nuevo cocinero, un
chino llamado Mao. La película se llama Tapas. Y de la tradición más arraigada
en la vida de cualquier ciudadano común saltamos al misterio, siempre sin
bajarnos del taburete, con la serie Bar Karma, sobre un lugar místico que viaja
por el espacio y el tiempo cual Tardis del Doctor Who, buscando almas perdidas
que no encuentran un lugar en el que encajar, pero para eso está el equipo del
bar, para hacerles ver su vida del pasado, presente y futuro, cambiándoles de
forma radical y para siempre.
Y este tramo termina con una ruta dentro de la propia ruta, y es la de cinco
amigos de la infancia que se reúnen 20 años después para cumplir un sueño que
nunca consiguieron terminar, y es recorrerse “la milla de oro”, la zona de
bares de su pueblo natal en una maratón alcohólica que terminará en el famoso
pub “The World's End”, hasta que se dan cuenta de que misteriosos personajes
han llegado al lugar con la pretensión de que el fin del mundo sea algo más que
el simple nombre de un bar. Bienvenidos al fin del mundo, pero al de verdad.
Ahora sí que sí, ocho visitas más y terminamos la super ruta de bares,
empezando por el Chiringuito de Pepe, un bar de playa en sus peores momentos al
que llega un conocido chef para intentar salvarlo de la ruina. Pero su método
de trabajo chocará con el del regente del chiringo, conocido como el rey del
refrito. Mientras aclaran sus disputas podemos darnos un baño, porque ahora nos
espera una movida gorda. Vamos a ser testigos de un hecho revolucionario, y es
que en el bar Stonewall de Greenwich Village, en el bajo Manhattan, se
producirán violentos disturbios entre la policía y un grupo de gays y
transexuales que frecuenta el local. Este enfrentamiento es el que dará inicio
a los movimientos que reivindicaron los derechos de la población homosexual,
ahora ampliada y conocida como el colectivo LGTBIQ+, contra el que sigue
habiendo prejuicios y violencia por parte de una sociedad, por desgracia, que
aún es tremendamente homófoba.
Y si tenemos poco con esto, vámonos a otro bar, este situado en el centro de
Madrid, donde un grupo de personas se encuentran desayunando a las nueve de la
mañana para descubrir que se han quedado atrapados dentro del local por culpa
de un francotirador. De ellos dependerá saber quién intenta matarles y cuál es
el motivo, mientras buscan una salida alternativa a la puerta del bar.
Del genuino bar español nos vamos hasta The Deuce, un local de Times Square que
desde inicios de los años 70 vio nacer la industria del porno y su evolución hasta
mediados de los 80. Una evolución protagonizada por prostitutas y sus chulos,
cambiando el negocio de la prostitución por el de las películas clasificadas X,
además de mostrar los problemas del día a día en una industria tan turbia y
llena de personajes inmersos en los mundos de la droga, el SIDA y otras cosas
chungas, todos ellos confluyendo en The Deuce como epicentro de aquella
revolucionaria etapa de Nueva York. De esta historia real pasamos a otra más
cercana, plasmada en el documental Malasaña 80 Music Bar, que nos muestra la
efervescencia cultural en la década más transgresora musicalmente del siglo
pasado, que llenaron el barrio de Malasaña de bares míticos donde peregrinaron
multitud de personas con inquietudes culturales, muchas de ellas desconocidas,
que terminaron formando parte de revistas, grupos musicales o películas, aunque
desde la visión del gran público que también fue protagonista de la época,
desde una perspectiva desconocida.
A falta de tres locales más, volvemos a la ciencia ficción, esta vez desde mi
tema favorito, el de los bucles temporales, en toda una locura titulada Más
allá de los dos minutos infinitos, en la que el propietario de un café, tras
salir del trabajo va a su casa para descubrir que la pantalla de su televisor está
conectada con la del café, y desde ella le habla una versión de sí mismo desde
dos minutos en el futuro. Una vez hecho este descubrimiento, tendrá que hacer
lo mismo que ha visto en la pantalla, ir al café y contar eso a otro yo que se
encuentra donde él ha estado antes, pero la cosa se irá complicando a medida
que numerosas personas entran al café y empiezan a formar parte del mismo
fenómeno. Toda una joya imperdible para los fans del género.
El periodista y escritor J.R. Moehringer nos espera en el siguiente bar para
relatarnos su infancia y adolescencia, pasando a menudo por el bar de su tío en
busca de una figura paterna entre los clientes, una historia que George Clooney
adaptó del libro El bar de las grandes esperanzas. Y terminamos por fin esta
larguísima ruta de bares, cafeterías y chiringuitos en la serie Cooper's bar,
donde veremos como un personaje intenta cumplir su sueño de construir un tiki
bar, que es un local especializado en cócteles que llevan ron, en el patio
trasero de su bungalow, reuniendo una serie de peculiares personajes como todos
los que han pasado por esta lista y pasan a diario por bares de todo el mundo.
Y ya está, queridos cookieros y cookieras, hemos llegado al fin de la ruta, así
que ya podemos disfrutar de un septiembre lleno de locales para visitar (es una
recomendación que os hago, si os lo podéis permitir). Visitar un local nuevo
cada semana, para tomar algo, para comer, para conocer a alguien, porque en los
bares os encontraréis vidas ajenas con las que, a veces, podréis tener mucho en
común. Y que nunca desaparezcan de nuestra existencia. Dónde iríamos sin un bar
con su barra o su terraza en las que descargar nuestras frustaciones diarias o
celebrar nuestras alegrías esporádicas. Nos vemos el mes que viene para hablar
de un tema duro, que también puede ser objeto de conversación en cualquiera de
estos bares a horas intempestivas. Si nada lo impide, el mes de octubre
hablaremos de xenofobia y racismo. Que comencéis bien el nuevo otoño. Nos
vemos.
El Monstruo de las Cookies & MartiNina.
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